Personas y Personajes

DON JOSÉ TRIGO PORTELA:

POLÉMICO Y EMPRENDEDOR 

(Dr. Nelson Sica Dell’Isola - El Heraldo 2 de diciembre 1995)

El río Miño (o Minho) tiene 340 kilómetros de longitud, aumentando su caudal en especial después de recibir las aguas de su principal afluente, el Sil, por lo que se dice que “El Sil lleva el agua y el Miño la fama”. Sirve de límite entre Galicia y Portugal, y es navegable en sus últimos 40 kilómetros antes de su desembocadura en el Atlántico. Sus márgenes son muy amenas y pobladas con infinidad de villas, ciudades, aldeas y caseríos en ambas riberas.

Dice la leyenda que cuando la Virgen llegó allí con “el Niño, éste lloraba y no podía dormir por el ruido del cauce de agua, por lo que ésta se dirigió al río diciéndole: “Río Miño, pasa caladiño, non despertes ó meu Neniño”, luego de lo cual comenzó a correr silencioso y tranquilo…

En su margen derecha, al costado mismo de su desembocadura, se encuentra La Guardia (que según el Instituto Geográfico Español se llama simplemente Guardia y en gallego “A Garda”). Está entonces en la parte más occidental y más sureña de Galicia, en Pontevedra, que es en extensión la tercera de las provincias de Galicia pero la segunda en número de habitantes, sólo superada por a A Coruña y aventajando largamente a Lugo y a Ourense.

Su ayuntamiento comprende los lugares de Cividanes, Gándara, Pintán, Proba y Salcidos. En las calles Nettos y Transversal 7 del barrio de Cividanes nació don José, primer hijo de un constructor, don Dámaso Ramón Trigo González, y de Fe Portela Lomba, el día 16 de agosto de 1898.

 

El Ayuntamiento de “A Garda” pertenece al Partido Judicial y Obispado de Tuy, cuyo primitivo nombre fue Tyde o Tudas, atribuyéndose la fundación de su capital a colonos oriundos de Grecia, cayendo en poder de los musulmanes en los primeros tiempos de la invasión y siendo reconquistada por Alfonso el Católico.

La disputaron más tarde Doña Urraca del Reino de Castilla y Doña Teresa, Condesa de Portugal; y reinando Alfonso VII de Castilla y de León, o sea por el año 1150, quedó definitivamente en el Reino de Castilla.

Ocupada por los franceses, tuvieron que abandonarla en los primeros tiempos de la Guerra de la Independencia en abril de 1809.

Al lado de “A Garda” se levanta el Monte de Santa Tecla, de 341 metros de altura, con una espléndida panorámica sobre la desembocadura del Miño. A mitad de camino se encuentra un “castro celta” del Siglo VI A.C. y en la cima del monte un museo.

Los “castros” eran lugares de habitación y refugio, recintos fortificados de forma circular u ovalada, que fueron la base de la cultura de Celta, llegada a este lugar desde el centro de Europa por esos tiempos.

Las principales festividades se llevan a cabo allí en agosto y setiembre, con peregrinaciones al Monte de Santa Tecla, que lleva el nombre de una Virgen de Iconia, Asia Menor, discípula de San Pablo y primera mártir cristiana, cuya fecha es el 23 de setiembre.

Don José fue el mayor de diez hermanos, siguiéndole en orden de edades Alfredo, Primitivo, Digna, Ricardo, Fe, María, Juanita, Ramón y Catalina.

En 1912, teniendo apenas 14 años, vino a nuestro país encomendado a la familia Vicente; y en años posteriores mandó buscar varios de sus hermanos: Alfredo, que se casó con Amalia Carrero, con la que tuvo un hijo, Ramón, que vive actualmente en Malvín, en Montevideo; Primitivo, que falleció soltero y estuvo muy vinculado a Instituciones españolas, en especial a “Alma Gallega”, Ricardo, que se casó con Nena Oldán, con la que tuvo dos hijos (Maruxa y Fernando, la primera que se radicó hace unos años en España, viviendo actualmente cerca de Barcelona), y por último a Juanita, que sólo vino a nuestro país cuando falleció su madre, que iba quedando muy sola, regresando luego y falleciendo en Galicia. Y aún a un primer hermano, José Martínez Portela, que había quedado huérfano siendo muy pequeño, con el que tuvo varios negocios en común y al que hemos de referirnos próximamente.

Su primer trabajo fue en el Bar “La Perla”, en calle Independencia donde hoy se encuentra la Tienda Piperno, que conocimos años más tarde cuando era propietario del mismo el Sr. Hugo Giordano; un enorme salón, sobre todo muy largo en profundidad, de pisos de tabla.

Se trasladó luego a Paso de los Toros, donde estuvo cerca de un año, volviendo para instalarse en Calle Independencia y Rodó con un almacén, mueblería y barraca, donde hoy en día está la Farmacia Dupest, antes de llevarse a cabo las actuales construcciones.

En el año 1935 inauguró la estación de servicios ANCAP en 18 de Julio y Dr. González, incorporando luego a su hermano Ricardo como socio, agregándole más tarde taller mecánico, hasta el año 1967 en que se vendió a la firma Sierra y Sacco.

En 1940 instaló la Curtiembre Hispano-Uruguaya, integrando la firma “López Cadena, Trigo y López”, que integraban don Manuel López Cadenas y don Cesar López Nogueira, un sobrino de doña Blanca; donde hoy existe la “Barraca del Sol”, fábrica de adoquines vibrados de su hijo Pepe, su nuera y su nieto, firma que casualmente también se llama “Trigo y López”.

En el año 1946, junto a don José Bide y don Honorato Brignoni, instaló la Aceitera Piedra Alta, en Aparicio Saravia frente al Prado, y también por esa época fue de los fundadores de P.A.I.F. (Productos Agropecuarios Industrializados en Florida), que construyó la base de lo que ahora es el frigorífico, en rutas 5 y 56.

Más o menos por esa misma época tuvo empresa de transportes a Montevideo, tiempo en que se plantaron las palmeras que existen todavía al costado de la vieja ruta 5, y una imprenta, ambos en sociedad con su primo Martínez Portela.

Aparte de su gestión comercial e industrial, tuvo intensa actividad como dirigente deportivo, social y político.

Fue presidente del Club Atlético Peñarol en muchísimos años, siendo en esa época el club que más campeonatos ganó, institución decana del fútbol de nuestro medio a la que dirigió durante más de medio siglo.

Fue presidente de la Liga Departamental de Básquetbol durante dos años, y presidente de la Comisión Departamental de Cultura Física y del Club Florida durante largos períodos de tiempo, en especial cuando se hicieron las actuales construcciones.

También fue solo fundador y presidió durante muchos años el Centro Comercial en el período en que se construyó la actual Sede Social.

El Centro Democrático y el Centro de Aviación Civil de Florida también lo contaron entre sus dirigentes.

Integró también la barra “El Hervidero”, a la que incluso donó un terreno que luego se cedió a Peñarol.

Debido a sus gestiones se inauguró la Plaza España y la Estatua a Cervantes que luce en ella.

En lo político fue importante dirigente del Partido Nacional y en 1954 integró la minoría blanca del Concejo Departamental, donde presentó múltiples proyectos, algunos que tienen que ver con la piscina y con el Teatro de Verano, que se concretarían muchos años después. Y en 1950 fue pilar fundamental para la victoria y reconquista de la Intendencia por los blancos, que llevaron a Gallinal al frente de la comuna, con el que luego disintió, provocando su renuncia y siendo sustituido por el Esc. Harrison. Y fue también un importante líder en la elección de diputado de don Ventura Puig, de Carlos Puig y de Alberto Heber.

En el año 1928 se casó con Blanca Cabral, con la que tuvo dos hijos: José Fernando (“Pepe”) y Blanca Fe (“Quitita”).

El primero se casó con Rosa López Aguilar, con la que tuvo un hijo, Fernando José, y la segunda contrajo matrimonio con el Dr. Walter Novo, fallecido muy joven, con quien tuvo un hijo, Gonzalo.

Blanca Cabral Ojeda, su esposa, se casó con él en el año 1929, viajando juntos a Europa en luna de miel. Era hermana de Laurence Cabral, el fundador de la empresa fúnebre; uruguaya sí, pero de ascendencia portuguesa.

Falleció el día 14 de agosto de 1978 cuando le faltaban dos días para cumplir ochenta años, fecha en la cual aún era presidente de Peñarol, institución a la que resultó difícil superar este trance porque José Trigo y los aurinegros eran prácticamente la misma cosa.

También presidió el Club Florida hasta poco tiempo antes de fallecer, y lo recuerdo, ya anciano, controlando las tareas de portería en los bailes en dicha institución, con un gran sacrificio personal, hasta altas horas de la madrugada y en pleno invierno.

Desinterés que siempre tuvo en todas las instituciones en las que actuó, comprometiendo en múltiples oportunidades su responsabilidad personal, aún afrontando juicios para solucionar problemas económicos de las mismas.

Seguramente es difícil encontrar en nuestro medio una persona que haya desempeñado tantos puestos dirigentes, en especial presidencias, y todas honorarias, sin ningún beneficio personal y, por el contrario, asumiendo muchos compromisos y obligaciones.

Sus últimos domicilios en esta ciudad fueron en Independencia entre Rivera y Juan I. Cardozo, frente a la entonces Caja Popular de Florida, y luego en la planta alta de Independencia y Rodó.

En EL HERALDO del 3 de noviembre Edgardo Ferreira sintetizó dos características de este personaje que hoy recordamos por su contribución a la sociedad en que vivimos:

“Polémico, sí, pero sin ningún sentido peyorativo, porque así lo son todos los que algo hicieron en esta vida; y si sólo para señalar que, en el acierto o con error supo defender sus posiciones y combatir las de sus ocasionales adversarios. Que los tuvo sí, porque sólo no los tienen los timoratos que no hacen nada, ni nada afirman, viviendo en perpetua indecisión.

Y emprendedor porque dio comienzo a obras o empresas que implicaban grandes dificultades, pero con la visión y certeza de llegar a determinado punto, porque su vida no fue para finalizarlas sino para iniciarlas, que es lo más difícil”.

Aún viven en La Guardia sus hermanas Fe y María que cuentan 86 y 82 años de edad, que residen en la casa paterna, que se conserva igual que cuando vivían sus padres; una casa de dos plantas, desde cuyas terrazas se divisa una bonita panorámica del Monte Santa Tecla, que como muchas veces aparece cubierto por neblina dado que Galicia es zona muy húmeda, se dice que “Santa Tecla está cocinando”. Y también vive cerca de allí su hermano Ramón, un dentista actualmente jubilado, con numerosa familia.

Varias veces viajó don José a su lugar natal a visitar su familia, en especial en los últimos tiempos de su vida, liberado de algunas obligaciones comerciales.

Nunca olvidó su terruño, por lo que mucho le gustaba le llamaran “el guardeño”, haciendo referencia al lugar donde vino al mundo.